Síntesis y traducción: Dr. Federico Carini
Coordinador asistencial (UTI / Hospital Italiano de Buenos Aires)
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?term=Physical+restraint%3A+time+to+let+go
Existen diversas variantes de contención física en medicina (en 2 puntos, en 4 puntos, con instrumentos diseñados a tal fin o “inventados” con elementos como gasas y bandas) pero en definitiva todos buscan inmovilizar o restringir la libertad de movimiento del paciente con la intención de “evitar” un riesgo mayor.
Es una acción muy frecuente. En algunos reportes de Francia hablan del 50%. Es un número que parece condecirse bastante bien con la realidad de muchas unidades de terapia intensiva en Argentina, ¿en tu servicio lo utilizan?
Mas difícil es responder, ¿por qué se usa?
En general, el justificativo más habitual es para asegurar la seguridad del paciente o evitar interferencias nocivas en los tratamientos que se estén llevando a cabo. Pero, recordemos que esta privación de la libertad debe estar justificada, y probablemente el paciente o el familiar debería dar su consentimiento. Es cierto, en la emergencia eso es complicado, pero igualmente la autonomía del paciente debe tenerse en cuenta. Prevalece el principio de beneficencia, creemos que el bien que le hacemos al paciente al impedir que se auto-lesione es mayor al riesgo de restringir su libertad.
Pero, ¿es realmente útil para eso la contención? La respuesta más justa es no lo sabemos. No hay evidencia a favor, y mucha evidencia habla de los riesgos asociados con la contención física: auto-extubación, delirium, remoción de catéteres, lesiones en piel, etc. Y aquí entra en juego otro principio bioético: la no-maleficiencia. Ni hablar, claro, del impacto psicológico que tiene en el paciente (en ese momento, y luego del alta).
¿Cómo reducir el uso de contención física en UTI?
La clave pasa por las estrategias no farmacológicas para mejorar el manejo del dolor, la sedación y el delirium. No es sólo una cuestión de contar con más personal (por ej., 1 enfermero cada 1 paciente) sino también de cambiar la mentalidad y tener en mente el concepto eCASH (con el objetivo de lograr que el paciente esté calmo, colaborativo y cómoda; debemos optimizar la analgesia, minimizar la sedación y humanizar los cuidados). Asimismo, involucrar y empoderar a la familia sin dudas será de vital importancia a la hora de reducir la tasa de contención en UTI.
¿Podemos aprender de otros?
La UTI parece ser el último reducto en que se usa rutinariamente la contención física. En otros ámbitos de internación ya se han erradicado prácticamente. Por ej., en geriatría, ya que las contenciones además de tener consecuencias negativas psicológicas y físicas, no reducía el riesgo de caídas (de hecho, lo aumentaba!).
Puntos clave:
- Antes de la contención física, evaluar A-S-D (analgesia, sedación, delirium)
- Involucrar a la familia
- Considerar medidas no farmacológicas (movilización precoz, rehabilitación, medidas de re-orientación, etc.)
- Evaluar tratamiento farmacológico dirigido al síntoma prevalen
- Como último recurso, discutir la posibilidad de contención física, reconociendo eso como una medida extrema y de corto plazo, a re-evaluar en el menor periodo posible de tiempo.