Es un hecho conocido y demostrado que las emociones negativas tienen un impacto deletéreo sobre la salud. Por ejemplo, la depresión se asocia significativamente a la aparición de determinadas dolencias físicas, particularmente dolencias coronarias. Diversos metaanálisis realizados con estudios de cohorte han demostrado que el estado de ánimo depresivo incrementa la probabilidad de padecer en el futuro un ataque cardíaco y aumenta prácticamente el doble, el riesgo de muertes por cualquier causa.
En los últimos años, no sólo se puso el foco en la relación entre sentimientos negativos y enfermedad sino también en el impacto del afecto positivo sobre el estado de salud. El afecto positivo (AP) puede tener un rol importante en el desarrollo y la mejoría de diversas enfermedades a través de vías directas (ej. sistema inmunológico) o indirectas (ej. promoviendo formas de afrontamiento más adecuado).
Pero además, y en contra de lo que indica rápidamente el sentido común, el afecto y las cogniciones positivas pueden ser también resultado de situaciones de salud amenazantes para la vida y altamente traumáticas.
La enfermedad grave puede considerarse como un suceso potencialmente traumático en la medida que supone un suceso amenazante para la vida. Ahora bien, a veces, tales situaciones extremas (ej. el diagnóstico o el padecimiento de un cáncer) pueden producir secuelas psicológicas beneficiosas en quienes las padecen. El nuevo concepto de Crecimiento Postraumático (CPT) recoge esta idea y fue definido como “el cambio positivo que un individuo experimenta como resultado del proceso de lucha que emprende a partir de la vivencia de un suceso traumático”. Según Tedeschi y Calhoun, los cambios más relevantes, se agrupan en cinco categorías: a) mejora de las relaciones interpersonales, b) mayor apreciación de la vida, c) percepción de mayor fuerza personal, d) mayor espiritualidad y e) cambios en las prioridades y metas de la vida.
Numerosos estudios encuentran que algunos pacientes de cáncer refieren profundos cambios positivos en diversos aspectos de sus vidas, después de la vivencia de la enfermedad. Por ejemplo, Ho, Chan y Ho hallaron, en un grupo de 188 mujeres supervivientes a un cáncer de mama, que cinco años después un porcentaje significativo refirió cambios positivos en diferentes áreas de sus vidas: percepción de sí mismos, relaciones interpersonales, espiritualidad y prioridades en su vida. También, Sears y colaboradores hallaron que el 83% de pacientes con cáncer de mama refieren percibir algún beneficio de su experiencia con el cáncer.
Existen además datos interesantes derivados del análisis de las estrategias de afrontamiento puestas en práctica después de la vivencia del cáncer. Se ha encontrado que un afrontamiento centrado en el problema y la búsqueda de apoyo social, poco después de completar el tratamiento, son predictores del CPT. Es bastante consistente el hecho de que un afrontamiento orientado hacia un manejo activo del estresor en lugar de su evitación, podría facilitar el CPT, incluso más que otras variables como, por ejemplo, los síntomas psicológicos
Es más, Bellizzi y Blank encuentran que las mujeres con cáncer de mama que ponen en marcha un afrontamiento activo, se adaptan mejor a la enfermedad y tienen mejores expectativas sobre el cáncer y su tratamiento. De forma más específica, Cordova y su equipo, en su estudio comparativo de mujeres con cáncer de mama y un grupo control, encuentran que la estrategia de “hablar con normalidad sobre la enfermedad” fue predictora de un mayor CPT. Igualmente, Boyers encontró que los que planificaban el futuro y echaban mano de los amigos para el apoyo emocional, tenían niveles considerablemente más altos en CPT.
De todo lo dicho podemos concluir que las enfermedades graves no sólo son fuente de sufrimiento sino que pueden originar transformaciones personales significativas.
Los profesionales de la salud estamos formados para buscar signos de alteraciones y déficits emocionales en los pacientes. Los datos expuestos señalan que orientar al paciente a centrarse en afectos positivos, en sus fortalezas, los recursos con los que sí cuenta y la búsqueda del sentido de lo que le está ocurriendo puede ser una estrategia terapéuticamente útil para mejorar su salud y su calidad de vida general.
Por: Mariana Pedace
Texto tomado y modificado de Vázquez, C., & Castilla, C. (2007). Emociones positivas y crecimiento postraumático en el cáncer de mama. Psicooncología, 4(2/3), 385.. Bajo licencia Creative Commons 4.0. Puede ver el original haciendo click aquí